No sé por dónde empezar a escribir estas palabras. Sin duda es lo más difícil que he escrito desde hace mucho tiempo, y refleja el momento tan difícil por el que estamos pasando, pero sin duda Gudy se merece su espacio en LetiLet. Sé que muchas personas no entienden que la pérdida de un animal suponga tanto y se haga tan duro superarlo... pero muchas otras, la mayoría, sí saben de lo que hablo, bien porque por desgracia les ha tocado sufrir lo mismo o porque entienden el AMOR (con mayúsculas) que se puede llegar a sentir. Por eso, lo primero de todo es agradecer a todas esas personas que han compartido nuestro dolor y a las que han hecho y están haciendo todo lo posible para que sean días menos difíciles. Gracias de corazón.
Durante estos 8 años y medio que Gudy ha estado con nosotros no ha habido ni un sólo día que no me despertase con la ilusión de levantar la persiana y verlo a través de la ventana mientras nos saludaba alegremente. Esa ilusión ha seguido intacta desde que el día 5 de noviembre de 2007 llegase a nuestra familia como un regalo caído del cielo gracias a nuestro primo... Gudy nació junto a otros 10 hermanos, imagino que todos igual de bonitos que él. Cuando lo trajimos a casa no tenía más de 15 días y era como un osito de peluche. Tenía los dientes pequeños y afilados y le encantaba morder jugando todo lo que pillaba. Pronto empezó a mostrar su fuerte personalidad, cuando un día se negó a pasar otra vez por la tortura de secarse el pelo con un secador (tenía dermatitis y teníamos que bañarlo todos los días). Desde el minuto 1 nos encandiló a toda la familia... Era tan bonito, tan juguetón, tan travieso, tan mimoso que era imposible no quererlo.
Ahora se nos hace un mundo ver que no estás correteando por el jardín, que nadie sale por la puerta como una estrella de rock cada vez que llegamos a casa, que no hay nadie que se siente encima de ti para buscar mimos, que tu sillón está triste sin ti, que nadie ladra por las mañanas bajo mi ventana...
Y aunque sea difícil me he propuesto recordarte feliz. Cierro los ojos e imagino como era acariciarte, achucharte, lo contento que te ponías al ver que nos íbamos de paseo, sentirte libre correteando sin descanso por los campos... Recuerdo con una sonrisa lo travieso que eras, como el día que espantaste a unas veinte vacas corriendo detrás de ellas, o el día que decidiste mordisquear los sillines de las bicicletas. Te recuerdo bajo la sombra del nectarino, esperando a que cayese alguna fruta para acabar zampándote 8 al día, o abriendo las ventanas con el morro para cotillear y olisquear lo que cocinamos, o cuando esperabas pacientemente a que estuviese acabando la merienda para comerte el último trozo. No me olvido de lo mucho que te gustaba ir siempre al mismo sitio a ver si encontrabas algún ciervo para correr detrás de él... Tampoco me olvido del susto que nos diste cuando decidiste caerte en un pozo o de cuando hacías oídos sordos y te ibas de juerga para aparecer 2 horas después lleno de barro y despeinado. Tus juguetes, ya fueran una zapatilla, una escoba, una manta, un tiesto, una pelota, una piedra...todo te valía para pasar un buen rato. Tus minigruñidos a Sara, cuando papá te hacía rabiar...pero sobre todo, el amor que repartías a diestro y siniestro con los cuatro. Y todo esto era lo que te hacía especial Gudy. Sin esfuerzo alguno nos ganaste el corazón a los cuatro. Si algo espero es que hayas sido tan feliz como lo hemos sido nosotros contigo todo este tiempo. Has estado a mi lado en los años más importantes de mi vida, me desvivía por achucharte cada vez que llegaba a casa... El vacío que has dejado es irreparable... y te quiero recordar con estas imágenes...
Has sido, eres y serás lo más bonito que hemos tenido nunca en nuestra familia. Espero que sigas correteando sin descanso allá donde estés y que recuerdes los mimines que tanto nos gustaba darte. Te queremos mucho y aquí, en tu hogar, te echamos muchísimo de menos.